Ante
la pregunta de si existe todavía un arte genuino parece ser que hay una
respuesta clara. Sí. Existe y existirá puesto que siempre habrá amantes y
coleccionistas del y de arte. Pero si nos preguntamos acerca del arte como
valor de inversión empezamos a encontrar algunas incongruencias que merecen ser
comentadas. Tras un paseo por diferentes galerías de arte, de las calles
colindantes al Paseo de Gracia barcelonés, recojo diferentes impresiones,
contradictorias en sí mismas, sobre el valor del arte hoy en día. Según Carles
Taché, propietario de la galería que lleva su propio nombre, la inversión en
arte solo se hace para “garantizar un pase a la posteridad. Si conocemos a la
familia Thyssen o a la familia Rockefeller es debido a sus grandes colecciones.
Este pasar a la posteridad, ser reconocido y saber que tus posesiones son de
gran valor, es lo que hace que la gente invierta en arte”. A pesar de eso,
Taché reconoce que “cuando estos grandes coleccionistas mueren, son sus hijos
los que mercantilizan este arte convirtiéndolo en un valor de inversión en las
casas de subastas o en mercados internacionales”. ¿Entonces, en qué quedamos?
¿Es el arte un valor de inversión o no? Fèlix Cervera, galerista especializado en
antigüedades y arqueología dice que “el arte no es ningún valor de inversión”,
que la gente que le compra lo hace “por pasión y por estética de la pieza”,
pero por otro lado reconoce que “cuando alguien compra una pieza, busca que
esta se revalorice”. Me pregunto para qué querrá alguien que compra por
estética revalorizar una pieza y es que según Cervera “cuando alguien compra
espera por lo menos recuperar su inversión”. ¿Entiendo que eso quiere decir que
revende la pieza? ¿Que comercia con ella? ¿O estamos hablando de una
recuperación sentimental?
Dolors
Junyent, la gran galerista que presume de estar instalada con sus obras novecentistas
frente a la Fundació Tàpies cree que la
gente que acude a su galería “ya saben dónde vienen y qué encontrarán” y que
todos son “grandes coleccionistas”. Junyent tilda de “indeseables” a los que
compran arte para hacer negocio con él y dice que ella solo trabaja con este
material “para contribuir a la cultura”. Pero… ¿a caso un galerista no es una
persona que hace negocio con el arte? ¿O es que si lo hacen con romanticismo quedan
exentos de tal lacra?
Lo cierto es que es muy difícil trazar una línea clara
entre el arte como valor de inversión y el arte genuino. Pero mientras siga
habiendo amantes del arte y haya gente que invierta en él (ya sea para
incentivarlo o para lucrarse) la cultura seguirá avanzando, en una u otra
dirección, pero por lo menos seguirá avanzando.
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